Comentario
La corriente estética rococó dentro del panorama del arte español del siglo XVIII no ha sido tenida en consideración hasta hace poco tiempo por los estudiosos. Los rasgos o perfiles rococó de una obra arquitectónica, o de una pintura decorativa, se diluían dentro del vigoroso y duradero Barroco tardío español. Sólo desde los años 70 la situación ha empezado a cambiar, y en las grandes síntesis y visiones actualizadoras que del arte dieciochesco español se han hecho recientemente ya se suele abordar lo rococó con mayor interés. Indudablemente, un conocimiento más amplio y profundo del arte de ese siglo en España está dando ya sus frutos, si bien queda bastante camino aún por recorrer para que la visión del Rococó español sea óptima.
En un lúcido artículo de 1970, "Rococó, Neoclasicismo y Prerromanticismo en el arte de la España del siglo XVIII", Gaya Nuño estimaba que la corriente rococó había tenido poca aceptación en nuestro país debido al estorbo que le había hecho el último Barroco español, genuina creación nacional a diferencia del importado Rococó. En el, a su entender, escaso Rococó español, la pintura se había desarrollado, paradójicamente, en pleno reinado de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y se había manifestado de forma reducida y desdibujada en los cartones para tapices de Goya, de los Bayeu, o de José del Castillo, y especialmente en un extraordinario pintor rococó, Luis Paret y Alcázar.
Una década después y en el mismo foro, la Cátedra Feijóo de la Universidad de Oviedo, Jesús Urrea esbozaba una "Introducción a la pintura rococó en España". En ella, echaba en falta una breve síntesis sobre el tema y resaltaba el hecho de que hasta entonces se hubiese eludido abordar el problema de la pintura rococó o, incluso, se hubiese afirmado su inexistencia. En su repaso del panorama pictórico español de los dos primeros tercios del siglo XVIII defendía la existencia de tal corriente pictórica y daba algunas de las líneas de estudio y de interpretación para encontrar respuestas a dicha existencia; de una parte, las aportaciones y realizaciones de los pintores españoles formados en Italia en el ambiente de la renovación barroco académica y rococó; de otra, la presencia de grandes pintores italianos en la Corte de Madrid mediada la centuria (Amigoni, Giaquinto, Tiépolo), con sus vastas realizaciones decorativas y Colón ofreciendo América a los Reyes Católicos sus enseñanzas en el reinado de Fernando VI y en la primera etapa del de Carlos III.
La apretada visión que a continuación se da no tiene otras pretensiones que la de mostrar cómo la pintura rococó tuvo en España mayor entidad y trascendencia de la que hasta ahora se le ha venido concediendo, la de bosquejar las características que tuvo esa corriente en la España de mediados del XVIII, y la de intentar perfilar de qué manera y hasta qué punto los pintores españoles participaron de la misma.